"¡Salvad a la reina primero!" Si las hormigas pudieran hablar, éste sería el grito de guerra que exclamarían ante una inundación.
Las hormigas creando una balsa con sus cuerpos |
El comportamiento de las hormigas cuando se encuentran en peligro se basa en el trabajo colectivo para luchar por la supervivencia y el bienestar del grupo. Por ello, ante la amenaza de una inundación de agua, las hormigas se encadenan unas a otras para crear balsas y así evitar lesiones e incluso la muerte.
La estructura que adoptan se debe al papel que desarrolla cada una dentro de la colonia y a la estructura jerárquica de su 'sociedad': en la base se colocan las larvas y pupas, después las hormigas obreras (aunque a veces algunas se colocan en la parte inferior de la balsa). Finalmente, se coloca a la hormiga reina en la parte superior y central, puesto que es la encargada de poner los huevos y aumentar el número de individuos en su colonia.
"Las hormigas protegen a los miembros más vulnerables y valiosos del nido colocándolos en el centro", explica Jessica Purcell en su estudio publicado en la revista Plos One. Sin embargo, la investigadora explica a EL MUNDO que le sorprendió que no se hiciese lo mismo con sus crías: "nos quedamos asombrados al observar que las hormigas colocasen a las crías en la base de la balsa".
La capacidad para flotar y resistir al agua de las crías -larvas y pupas- seguramente sea el motivo por el que ocupan la parte baja de balsa. De hecho, flotan mejor que las hormigas obreras. "Creemos que las crías flotan mejor porque contienen mucha más grasa", explica Purcell.
A pesar de flotar menos que las crías, las hormigas obreras son muy resistentes a las inundaciones. "Al ser muy peludas, probablemente también atrapan pequeñas burbujas de aire cerca de su cutícula para aumentar la flotabilidad, de la misma manera que lo hacen las hormigas de fuego", detalla la investigadora. En su estudio, indica que el 79% de las hormigas obreras sobrevivieron después de estar ocho horas en agua destilada.